Bye Bye, Elvira!

Al pasar las montañas del norte las nubes caen como cortinas pesadas cerrando los ojos. Puedo alargar la mano con la palma abierta hacia Granada y sentir los últimos rayos de sol que se me escapan como sombras. Puedo sentir el vértigo entre nosotros el aire seco y los kilómetros. Puedo sentir los campos duros y euclídeos que quise sembrar de gominolas para ti. Puedo sentir el frío en la nuca del tiempo y girarme entre la gente, elevar la vista sobre un horizonte de cabezas que no me dejan encontrarte y apretarme fuerte el corazón contener la respiración y esperar que me grites, que rompas la tabla de piedra rasa que nos separa. Espero que me agarres y me arrastres al Sur y no me sueltes y soltarme yo el corazón y dejarlo latir o caer al suelo.